jueves, 2 de junio de 2011

· LA TUMBA DE LA CASA DEL PERRO ·




He
cambiado mis maneras un poco; No puedo correr ahora contigo en las tardes por la orilla, Excepto en una especie de sueño; y tú, Si sueñas con un momento, Me ves allí.
Entonces deja un rato las marcas de mis patas en la puerta de adelante Donde yo solía rasguñar para salir o entrar, Y que tú pronto abrirías; deja sobre el suelo de la cocina Las marcas de mi tazón de agua.
No puedo recostarme a tu lado en el fuego como solía hacerlo En la cálida piedra, Ni al pie de tu cama; no, Todas las noches que estoy sol@.
Pero tu grato recuerdo me ha colocado a menos de 3 metros de tu ventana en donde la luz del fuego muy a menudo baila, Y donde te sientas a leer- Y temo a menudo llorándome a mí mismo- Todas las noches la luz de tu lámpara yace conmigo.
Ustedes, hombre y mujer, viven tanto, es difícil Pensar que alguna vez mueran. Un perro pequeño se cansaría, viviendo tanto. Espero que cuando estén yaciendo Debajo del suelo como yo sus vidas parezcan tan buenas y felices como la mía. No, queridos, eso es mucho esperar: Ustedes no son tan cuidados como yo he sido. Y nunca han sabido de toda la honesta pasión que yo conocí. Sus mentes tal vez son muy activas, tiene muchas facetas… Pero para mí tú eras real.
Nunca fueron amos, sino amigos. Yo era su amigo. Los amé bien, y fui amado. El amor profundo dura hasta el final y hasta más allá del final. Si este es mi fin, no estoy sol@. No estoy asustad@. Sigo siendo tuy@.


Robinson Jeffers

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